intolerancia al gluten

Hace tiempo que las estanterías de los supermercados se llenan de productos “gluten free”. El mismo que hace que los restaurantes incluyen el símbolo “libre de gluten” en sus cartas. Cada vez más personas son diagnosticadas con intolerancia al gluten y, por suerte para ellas, también cada vez la sociedad está más concienciada con respecto a esta patología. No es necesario irnos muy lejos para encontrar a alguien que la padezca. Quizás seas tú mismo, que lees esto, quien sufre intolerancia al gluten. ¿Sabías en ese caso que un plan de dieta para adelgazar  puede ayudarte mucho?

Si no es tu caso y simplemente quieres conocer más de cerca esta patología, o tener algunas pautas que te ayuden a averiguar si esos dolores de tripa que sufres regularmente podrían tener algo que ver con el temido gluten, mediante este artículo pretendemos darte algunas claves básicas. De todos modos, recomendamos que siempre recurras a tu médico con tal de poder hacerte las pruebas que te sacarán de dudas.

Volvamos al inicio… la intolerancia al gluten o sensibilidad al gluten (que no es exactamente lo mismo que celiaquía, aunque ambos términos se puedan confundir) es un trastorno o alteración del sistema inmunológico que provoca que el gluten cause daños en las vellosidades del intestino delgado, dificultando la absorción de los nutrientes. La celiaquía, por su parte, es una enfermedad autoinmune de mayor gravedad que la intolerancia al gluten, y puede provocar daños irreversibles en el sistema digestivo.

No se sabe de manera clara y definitiva por qué consumir gluten causa estos daños, pero lo cierto es que esta proteína que está presente en gran parte de alimentos (especialmente cereales como el trigo, la avena o la cebada) es la responsable de que las personas con intolerancia al gluten sufran desde dolor abdominal o dolor de cabeza en diferentes intensidades, vómitos o diarreas hasta el deterioro de la mucosa intestinal. A la vez, puede haber personas intolerantes al gluten que nunca lleguen a manifestar síntomas, y otras que tarden mucho tiempo en hacerlo.

Otra de las preguntas más comunes con respecto a la celiaquía o a la intolerancia al gluten, y que probablemente tú también te hayas hecho, es si esta patología es hereditaria. Ante esto tenemos que decir que lo que sí se hereda es la predisposición.

Es decir, podemos ser más o menos susceptibles genéticamente a presentar sensibilidad al gluten o a tener celiaquía en función de si en nuestra familia hay antecedentes, pero nada indica que vayamos a desarrollarlas sí o sí solo por los antecedentes genéticos.

Sintomas de intolerancia al gluten

No te preocupes si dudas con respecto a cuál es tu caso, porque la manera de averiguar si se sufre intolerancia al gluten es muy sencilla: basta que la persona que sufra con frecuencia estos síntomas o imagine que puede ser una persona celíaca o sensible al gluten se realice una analítica de sangre. En ella se podrán observar si hay anticuerpos al gluten que estén presentes en el intestino. Más adelante podría llevarse a cabo también una biopsia para observar el estado de la mucosa del intestino delgado, y averiguar si hay alergia al gluten una vez se haya descartado la enfermedad celíaca.

Si se da el caso de que el diagnóstico de intolerancia al gluten es positivo, quizás la siguiente afirmación pueda asustarte: actualmente no hay ningún tratamiento definitivo para terminar con la intolerancia al gluten. Bueno, uno sí: elimina el gluten de forma categórica.

No pretendemos ser alarmistas con esta idea, al contrario, lo que pretendemos es hacerte ver lo importante que es seguir un plan de alimentación personalizado que sea muy estricto con respecto a la ingesta de alimentos con gluten. Solo los expertos pueden asesorarte de forma precisa con respecto a todo aquello que debes dejar de consumir, ya que no se trata únicamente de seguir una dieta personalizada libre de gluten, sino libre también de cualquiera de sus derivados. También las asociaciones de celíacos pueden ayudarte mucho en este sentido, sobre todo al principio.

Uno de los primeros pasos que suelen seguirse en el camino para que tanto la sensibilidad al gluten no celíaca como la celiaquía no afecte a nuestra vida diaria es el de llevar a cabo una dieta de exclusión. Esta consiste en la eliminación de aquellos alimentos o grupos de alimentos que sospechamos que no le sientan bien a nuestro organismo. Estos se eliminan completamente de nuestra dieta durante un espacio corto de tiempo, aproximadamente unas dos semanas.

Después, cada grupo de alimentos se vuelven a introducir en nuestra alimentación saludable de manera progresiva. Así podrás determinar si tienes alergia al trigo, y también detectar si los síntomas que presentas se deben o no a estos alimentos.

Este es un proceso que, como imaginas, debes llevar a cabo acompañada de profesionales, igual que el pautado de una dieta estricta sin gluten. En cambio, hay una serie de consejos o pautas que puedes seguir por tu cuenta y que te ayudarán a paliar esos síntomas, sea que finalmente se te diagnostique con sensibilidad al gluten o celiaquía o no. Estos son los principales:

  • Evita el consumo de cereales que contienen gluten, como el trigo, la espelta kamut, la cebada o el centeno, así como todos los productos que se deriven de ellos. Hay una gran variedad de cereales que han ganado popularidad en los últimos tiempos por los que los puedes sustituir: trigo sarraceno, avena, quinoa…

 

  • Recurre a productos frescos y primarios, lo menos procesados posible. Nos referimos a frutas y verduras, arroz legumbres, carne, pescado, lácteos… todos aquellos que deberían estar en la base de cualquier alimentación.

 

  • Elimina de tu dieta los platos precocinados: No decimos esto solo porque incluso entre tolerantes al gluten estos alimentos son los menos recomendables, sino porque en la elaboración de los platos ya preparados pueden incluirse ingredientes cuya composición y origen no conocemos, incluido el gluten, aunque sea en forma de aditivo.

 

  • Huye de la contaminación cruzada: Es probable que te preguntes qué es esto. Pues bien, es más simple de lo que por su nombre puedas pensar. Simplemente se trata de evitar que los productos que son aptos para ti porque no contienen gluten se mezclen de manera inconsciente con otros que sí lo contienen (y que por tanto no puedes comer). Lo conseguirás elaborando por separado aquellos platos que contengan gluten (en caso de que te encargues de preparar comidas para personas que sí puedan consumirlo) y los que no lo contengan. Nos referimos a no reutilizar ingredientes que hayan podido estar en contacto con otros con gluten, ni emplear utensilios que tengan cualquier tipo de resto de esos alimentos, por mínimo que pueda parecer.

 

  • No consumas productos artesanales: Es una pena porque sabemos que están deliciosos, pero también pueden ser peligrosos para aquellas personas con sensibilidad al gluten o celiaquía. Esto se debe a que este tipo de productos no suelen estar etiquetados, y por ello no tenemos manera de saber cuál es su composición, por mucho que a simple vista puedan parecernos inocuos.

Algo que te ayudará mucho a evitarte sustos es adquirir la costumbre de leer atentamente el etiquetado de cada producto o alimento que vayas a comprar. Esta buena tradición te será muy útil siempre, no solo en lo relacionado a la intolerancia al gluten. Otra de las costumbres que, sin duda, marcará la diferencia, es llevar una alimentación equilibrada, y combinarla con otros hábitos saludables. Comprobarás cómo mantener la intolerancia al gluten a raya es más fácil de lo que creías.

intolerancia al gluten
Estudié Nutrición Humana y Dietética en la Universidad de Alicante y Ciencia y Tecnología de los Alimentos en la UPV. A lo largo de los años me he dado cuenta que ayudar a las personas a mejorar sus hábitos alimentarios y su día a día es lo que más me gusta de este trabajo, lo que me motiva a seguir con fuerza cada día.