En los últimos años ha aumentado el consumo de fructosa debido a la incorporación en los productos procesados y refrescos por la industria alimentaria para conseguir endulzar a los alimentos, y el aumento del consumo por parte de la población de estos productos.
Lo cual hace que tenga un efecto sobre el peso de las personas así como en su salud aumentando el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Los alimentos con alto contenido en fructosa son de los primeros que tenemos que evitar cuando queremos seguir una dieta para adelgazar de forma saludable. Pero no debes confundirte con los alimentos que contienen fructosa de manera natural como son las frutas y una gran variedad de verduras. Por eso es necesario una dieta personalizada para controlar esta situación.
¿Qué es la fructosa?
Es un azúcar natural que se encuentra principalmente en la miel, frutas y verduras. Como ya he comentado, se utiliza para endulzar los alimentos, pero con la diferencia de que estos alimentos son dirigidos a personas que quieren bajar de peso o tienen diabetes, ya que son para productos light o catalogados para personas diabéticas, también en las bebidas azucaradas.
Concretamente es un monosacárido al igual que la glucosa. Pero también lo podemos encontrar como disacárido al unirse con la glucosa para formar la sacarosa, o como oligosacáridos y polisacáridos al formar unión con otras moléculas formando oligosacáridos como los fructanos o polisacáridos como la inulina. Para absorber a la fructosa se utilizan distintos transportadores a los que se utilizan para absorber la glucosa.
Su sabor es más dulce que la glucosa o la sacarosa, por este motivo es utilizado como edulcorante. Aunque el mayor consumo es en forma de sacarosa, al unir la fructosa con la glucosa, y de jarabe de maíz alto en fructosa, que son los que se añaden a las bebidas y alimentos.
Hoy en día, hay estudios que demuestran la relación que tiene el consumo de fructosa y sacarosa con el aumento de la prevalencia de obesidad, diabetes tipo 2 y síndrome metabólico, el cual consiste en un conjunto de síntomas como obesidad, problemas de azúcar en sangre, niveles de colesterol inestables y/o presión y trigliceridos altos.
¿En qué se diferencia la fructosa de la glucosa?
Principalmente se diferencia de la glucosa en tres puntos:
- No necesita de insulina para que el cuerpo la pueda utilizar.
- Es metabolizada principalmente por el hígado, cosa que la glucosa si que se metaboliza en casi todos los órganos.
- Noo eleva considerablemente los niveles de glucosa en sangre, por lo tanto es mejor tolerada por las personas que padecen diabetes o resistencia a la insulina.
Intolerancia a la fructosa
La intolerancia a la fructosa también es conocida como malabsorción y es debido a la pérdida de la integridad de la mucosa intestinal. Aunque el motivo se desconoce.
En edad infantil suele ser por inmadurez del aparato digestivo y en la edad adulta suele estar relacionada con otra patología sin diagnosticar como la intolerancia al gluten no diagnosticada, sobrecrecimiento bacteriano o SIBO, síndrome del intestino irritable, infecciones activas o pasadas como por Helicobacter pylori, exposición a tóxicos y químicos disruptores como son tabaco, alcohol y aditivos, por estrés y mala calidad del sueño, por el uso o abuso de fármacos como antiácidos o protectores de estómago que acaban produciendo el efecto contrario, y por predisposición genética.
También puede ser intolerancia hereditaria a la fructosa, que es cuando hay una deficiencia o ausencia en la enzima hepática, este se diagnostica durante los primeros años de vida. Pero no hay que confundir entre mala absorción e intolerancia a la fructosa puesto que la sintomatología son diferentes.
Los síntomas digestivos que se tienen cuando una persona tiene intolerancia a la fructosa son: distensión abdominal, dolor espasmódico intermitente, borborigmos, sensación de plenitud, gases, episodios de diarrea y estreñimiento.
Pero también se tiene otro tipos de síntomas que no son digestivos como por ejemplo cansancio, irritabilidad, cefalea, alteraciones del sueño, bajo estado de ánimo y trastornos en la menstruación, que son debido a algún déficit de nutricional por la mala absorción de otros nutrientes como hierro, fósforo, magnesio, calcio y las vitaminas liposolubles que son vitamina A, vitamina D, vitamina E y vitamina K. Esto sucede porque la absorción de la fructosa coincide en el mismo tramo del intestino que estos nutrientes.
La intolerancia a la fructosa se puede trabajar para tener una mejor absorción y reintroducir los alimentos con fructosa, por eso los objetivos del tratamiento para las personas con intolerancia son;
– Descubrir el origen de la malabsorción, porque siempre aparece por un motivo.
– Conocer la cantidad máxima tolerada y trabajar en la re-tolerancia, así que en ningún momento hay que evitar la fructosa al 100% para siempre.
– Cubrir las necesidades de nutrientes en cada caso para evitar déficits nutricionales.
A la hora de limitar las fuentes alimentarias de fructosa y sobrios según la tolerancia, hay que tener en cuenta por un lado las frutas como pera, mango, manzana y sandía, pero por otro lado también los alimentos ricos en fructosa y azúcares fermentables presentes de forma natural como cebolla, ajo, espárragos, alcachofas, miel y legumbres.
Además del tratamiento nutricional también podemos utilizar otras ayudas complementarias como son las enzimas digestivas que ayudan a digerir las proteínas, los hidratos de carbono y los ácidos grasos, y los probióticos pero solo cuando estemos seguros de que la causa de la intolerancia a la fructosa no es debido a un sobrecrecimiento bacteriano porque en ese caso el paciente empeora al aumentar o agravar la sintomatología.
Consecuencias del exceso de consumo de alimentos con fructosa
Se ha observado que a nivel gastrointestinal un consumo elevado de fructosa podría ocasionar síntomas asociados a una mala absorción, como distensión abdominal, meteorismo y diarrea. Según los estudios concluyen que tiene una absorción limitada en el intestino delgado, se estima aproximadamente sobre 25g.
Por lo tanto un consumo mayor tiene efectos fisiológicos debido a un aumento de la carga osmótica en el lumen, por alterar la motilidad gastrointestinal y al llegar la fructosa al intestino grueso sirve como sustrato para las bacterias y por lo tanto también genera un cambio en la flora intestinal.
Por otro lado, también se ha observado que existen efectos metabólicos a nivel hepático debido a elevadas ingestas de fructosa creando resistencia hepática como la esteatosis hepática pero es potencialmente reversible.
Así que debemos controlar también el consumo de este monosacárido, sobre todo cuando está presente de manera artificial para endulzar los productos alimenticios y hacernos adictos al sabor dulce.