Mareos, cansancio, debilidad… el ajetreo de nuestro día a día puede hacernos caer en el error de pensar que sentirnos débiles o fatigados es lo habitual. Puede que se trate de episodios de tensión baja, pero también es posible que los anteriores síntomas se deban a la tan presente anemia ferropenica. Esta patología, que viene provocada por niveles bajos de hierro en nuestro cuerpo, puede dificultarnos el día a día. Es por eso que se vuelve tan importante saber reconocer aquellas señales que nos hacen notar que algo no va bien, y ponerles remedio. Podemos empezar por la alimentación. Un plan de dieta personalizada que incluya alimentos ricos en hierro nos ayudará a incrementar los niveles de hierro en nuestro organismo de manera natural.
Se ha demostrado que en algunos casos con una alimentación adecuada se pueden recuperar los niveles de hierro en poco tiempo. Pese a ello, es cierto que en muchos otros casos no será suficiente con eso y deberemos ponernos en las manos de nuestro médico para que nos recete sulfato ferroso o nos indique qué tipo de suplementación debemos tomar o cuál es el tratamiento a seguir, sobre todo si a esta anemia por deficiencia de hierro la acompaña la pérdida de sangre.
Síntomas de la anemia ferropénica
Pero antes de eso… ¿cómo podemos reconocer si sufrimos anemia ferropénica? Hay una serie de síntomas reconocibles a simple vista. Entre estos se encuentran los siguientes:
- Debilidad en pelo y uñas
- Piel y mucosas pálidas
- Trastornos digestivos, como náuseas, estreñimiento o diarrea
- Cansancio, fatiga muscular, mareos, debilidad…
- Ritmo cardíaco rápido
- Dolor torácico o de cabeza
Estos síntomas responden a la anemia por falta de hierro. Se trata de uno de los tipos más comunes de anemia, caracterizado por una insuficiente cantidad de glóbulos rojos sanos en la sangre. La función de estos es esencial, ya que son los encargados de llevar el oxígeno a cada tejido del cuerpo. Estos glóbulos se crean en la médula ósea, y para que se puedan desarrollar es esencial contar con suficientes reservas de hierro, además de vitaminas como la B12.
¿A qué se debe la anemia ferropénica?
Si es nuestro caso y sufrimos anemia ferropénica, ¿a qué se debe? Pues, fundamentalmente, a la incapacidad de nuestro organismo para absorber el hierro. Una de las patologías que interfieren en el papel del intestino al absorber los nutrientes que ingerimos es la enfermedad celíaca. Esta impide que nuestros depósitos de hierro lleguen al nivel mínimo para que nuestros glóbulos rojos puedan desarrollarse en condiciones normales. También es posible que esta incapacidad para absorber el hierro se deba a cualquier otro tipo de problema en el propio intestino delgado.
El otro grande grupo de personas a las que les cuesta absorber suficiente hierro son las embarazadas. Es por ello que en el embarazo se vuelve necesario tomar suplementos tanto de hierro como de ácido fólico. Esta dificultad para absorber el hierro se debe a que, desde que el feto empieza a desarrollarse, los depósitos de hierro de las mujeres embarazadas deben emplearse en gran medida en la cantidad de sangre que requiere el feto para crecer.
Recomendaciones a seguir
Ahora, una vez sabes en qué consiste la anemia ferropénica, a qué se debe la incapacidad para absorber el hierro y cómo puedes descubrir si tú la sufres, seguramente te preguntarás qué puedes hacer tú para paliar esa situación.
Repetiremos las veces que haga falta que será un profesional de la salud quien mejor te asesore en función de tu caso concreto, pero también queremos volver a hacer referencia a todo aquello que tiene que ver con tu alimentación. Esta juega un importante papel tanto en el tratamiento de la anemia ferropénica como de otros tipos de anemia, como por ejemplo la anemia microcítica. En este caso, los glóbulos rojos que se producen son más pequeños de lo que deberían, y ello tiene efectos adversos como consecuencia.
Lo más inteligente en cualquier caso después de haber ido al médico es ponerte en manos de expertos de la nutrición, que pueden crear una dieta para adelgazar acorde a lo que requiere tu organismo. Mientras te decides, compartimos contigo una serie de recomendaciones que te serán muy útiles para mantener a raya la anemia ferropénica:
- Consume alimentos ricos en hierro: Hablamos principalmente de carne roja magra y de aves de corral, pero también aportan una buena cantidad de hierro las legumbres (lentejas, guisantes) el pescado (marisco principalmente), las verduras de hoja oscura, los cereales fortificados con hierro, la yema de huevo, los frutos secos o los alimentos integrales. Por suerte, la lista de hierro de la dieta es larga.
- Aprovéchate de la vitamina C: ¿Aprovecharte en qué sentido? Pues concretamente recurriendo a su capacidad para mejorar la absorción del hierro presente en el resto de alimentos que ingieras. Este superpoder de la vitamina C te ayudará mucho a no desperdiciar la totalidad de las cantidades de hierro presentes en los alimentos ricos en hierro de tu dieta, ya que absorberás mucho mejor el hierro. Como ya sabes, la vitamina C está presente principalmente en los cítricos, pero también en otras frutas y verduras como el kiwi o las espinacas.
- Ten cuidado si eres vegetariano o vegano: No estamos para nada en contra de este tipo de alimentación, pero lo cierto es que la absorción de hierro de origen vegetal es más complicada que la del hierro de origen animal. Por eso deberás tomar mucha más cantidad de hierro para hacer frente a la anemia ferropenica que una persona carnívora. Es probable incluso que, a fin de llegar a los requerimientos diarios de hierro, debas tomar suplementación de vitamina B12, una vitamina que de manera natural está presente principalmente en la carne, el pescado y los lácteos.
- Supleméntate con hierro y ácido fólico durante el embarazo: Como hemos explicado, las mujeres embarazadas tienen dificultades para absorber el hierro, porque sus reservas de hierro deben dividirse entre sí mismas y el feto. Es por eso por lo que durante el embarazo se deben tomar por prescripción médica suplementos de hierro y ácido fólico. Eso no exime de tener que incluir, además, alimentos ricos en hierro en su dieta. ¿Y una vez nace el bebé? Para asegurar su correcto desarrollo y crecimiento, lo mejor es alimentarle a base de leche materna, al menos durante sus primeros meses de edad. Esto se debe a que el hierro presente en la leche materna se absorbe mucho mejor que el de la leche de vaca.
Como has visto, es la incapacidad de nuestro organismo para absorber correctamente el hierro la que nos lleva a sufrir esta patología tan común, la anemia ferropénica. Sus síntomas varían de una persona a otra y pueden ser desde leves e incluso inexistentes hasta agudos.
Los más habituales son el dolor torácico o de cabeza, los trastornos digestivos y sobre todo la debilidad y la fatiga muscular. Si los sufres con frecuencia, lo primero que debes hacer es recurrir a un especialista.
Y, como esperamos haberte dejado claro a lo largo de este artículo, lo segundo que deberías hacer es ponerte en manos de profesionales de la nutrición. Te ayudaremos a llevar una alimentación equilibrada y a tener unos hábitos de vida saludables, lo que contribuirá a remediar estas deficiencias de hierro, sea que finalmente seas diagnosticada con anemia ferropénica o no.