El cuerpo humano es muy valioso y tenemos que cuidarlo de la mejor manera. Por eso la salud hepática es muy importante. Al lado derecho del abdomen, bajo el diafragma, tras las costillas y próximo al corazón… allí está el hígado.
El hígado no es sólo el órgano de mayor tamaño de nuestro cuerpo, sino también uno de los más importantes por la triple función que realiza. Integrado en el aparato digestivo, interviene en procesos vitales relacionados con la descomposición de alimentos en nutrientes mediante la secreción de la bilis, el almacenamiento de la energía lograda en forma de azúcares o la eliminación de toxinas. Ya habrás adivinado que hígado y alimentación van de la mano.
Es por eso que los especialistas en salud recomiendan estilos de vida saludables y dietas para adelgazar sanas que garanticen el correcto funcionamiento de este y del resto de órganos de tu cuerpo. Nuestros planes de dietas personalizadas contribuirán a que puedas preservar tu salud hepática.
¿Y cómo funciona exactamente este órgano implicado en tantos procesos distintos? En las siguientes líneas pretendemos explicarte de forma resumida el funcionamiento del hígado. Esto te permitirá entender cómo una alteración grave de la función hepática puede desembocar en un fallo multiorgánico si no recibe atención médica adecuada.
Empecemos: La irrigación sanguínea del hígado se logra a través de la arteria hepática. Esta aporta sangre oxigenada procedente del corazón, mientras que la vena porta transporta sangre rica en nutrientes desde el intestino. En el hígado se regulan los niveles químicos de la sangre, eliminando toxinas. Además, este órgano metaboliza los fármacos, aprovechando aquello que le hace falta y desechando el resto.
El hígado también se encarga de producir la bilis, una sustancia que, además de colaborar en la expulsión de elementos tóxicos, contribuye a descomponer las grasas en el intestino delgado durante la digestión. Por si fuera poco, también almacena vitaminas y glucógeno en forma de azúcares, y estos suministran al organismo la energía que necesita.
Esta sangre procesada vuelve a ser distribuida por todo el cuerpo a través del torrente sanguíneo. ¿Entiendes por qué la insuficiencia hepática producida por trastornos asociados al hígado tendría consecuencias tan graves, no solo para tu salud hepática sino para la de todo tu organismo?
Las causas más habituales de patologías hepáticas pueden clasificarse en:
- Origen vírico, como la hepatitis A, B y C. Si estás expuesto a infección vírica por alguna clase de hepatitis, tal vez la vacunación sea buena alternativa
- Las que proceden del consumo de drogas, sustancias tóxicas, o ingesta excesiva de alcohol. Todo ello podría provocar, por ejemplo, hígado graso o cirrosis
- Enfermedades hereditarias, como la hemocromatosis o la enfermedad de Wilson
- Cáncer de hígado, denominado carcinoma hepatocelular
Síntomas de enfermedades del hígado para una buena salud hepática
Uno de los inconvenientes con los que topa el diagnóstico precoz de las enfermedades del hígado es la capacidad de auto reparación de este órgano. Esta característica – que de entrada parece positiva – a veces oculta el progresivo deterioro de la salud hepática. El peligro está en que el estado de nuestra salud hepática a menudo pasa desapercibido, y no se descubre en qué situación se encuentra realmente nuestro hígado hasta que falla la función hepática.
Pese a ello, hay algunos síntomas que pueden sugerir la presencia de una enfermedad hepática, pero para detectarlos y revertir así el estado de tu salud hepática deberás estar muy atenta a cualquier signo que pueda insinuar la existencia de un fallo en la función hepática. Acude al especialista si:
- Padeces náuseas y mareos con vómitos
- Dolor intenso y prolongado en el abdomen
- Ictericia manifestada en un tono amarillento de piel como consecuencia del aumento de bilirrubina en la sangre
- Picor frecuente
- Fatiga aguda
- Hematomas y tendencia al sangrado
Esperamos que no te reconozcas en ninguno de esos síntomas, porque no hacerlo indica que tu salud hepática está en buen estado. De todos modos, ya sabrás que no hay mejor cura que una buena prevención. Así pues… ¿hay manera de prevenir las enfermedades hepáticas? Como en el caso de cualquier otra patología, existen recomendaciones que puedes seguir si quieres contribuir al cuidado de este órgano vital. A continuación compartimos contigo las principales:
- Sigue una dieta saludable: Lleva a cabo una alimentación rica en verduras, frutas y cereales. Incluye pescado azul en tus comidas. Este grupo de pescados contiene grasas saludables que ayudan a prevenir enfermedades del hígado.
- Elimina en la medida de lo posible los alimentos procesados: La acumulación de grasa en el hígado puede ser consecuencia de una alimentación desequilibrada, así que es necesario mejorarla. Puesto que, además, la obesidad es un factor de riesgo que incrementa la posibilidad de sufrir daño hepático, es esencial adquirir hábitos alimentarios sanos. Es en ese punto en el que se hace necesario consultar a profesionales de la nutrición, que podremos elaborarte regímenes personalizados.
- Lleva a cabo una alimentación libre de aditivos: Esta favorece la desintoxicación del hígado. Busca productos orgánicos en comercio de cercanía. Esto, además, producirá un gran beneficio al medio ambiente al evitar la contaminación.
- Modera tu consumo de alcohol: En bastantes ocasiones el hígado graso es el resultado de una ingesta excesiva de alcohol.
- Evita automedicarte: El uso indiscriminado de fármacos sin prescripción médica influye negativamente en la salud hepática. De hecho, es otra de las causas del hígado graso.
- Lleva a cabo actividad física de forma regular: Hacer ejercicio de intensidad leve regularmente aporta indudables beneficios. El sedentarismo fomenta el sobrepeso que, como ya hemos indicado, perjudica la salud hepática.
Introducir cambios como los anteriores en nuestras rutinas diarias tendrá efectos muy positivos en nuestra salud hepática. Como has visto, estos no son nada complicados de llevar a cabo, ya que a grandes rasgos se concretan en adquirir hábitos de alimentación sanos y obligarnos a realizar algún tipo de actividad física. Entre esos hábitos también se incluye la moderación en el uso de alcohol y evitar el consumo de sustancias tóxicas (entre ellas el tabaco y el exceso farmacológico derivado de la automedicación).
Si pese a introducir en tu vida los anteriores cambios sigue siendo necesaria atención médica, el hepatólogo te dará un diagnóstico después de haberte realizado diversas evaluaciones. Estas, por regla general, consisten en esta serie de pasos:
- Analítica sanguínea
- Pruebas de imagen, como ecografía, tomografía computarizada y resonancia magnética
- Extracción de tejido mediante una biopsia
La información que proporcionen estos estudios permitirá que tu especialista fije un tratamiento a seguir, que te ayudará a llevar una vida lo más normal posible.
Como ves, hay cosas que están en nuestra mano y otras que se salen fuera de control. Entre las que dependen de nosotros está el adoptar un estilo de vida saludable. Nos referimos a llevar a cabo una correcta alimentación, hacer ejercicio de manera regular, abandonar los hábitos perjudiciales relacionados con el alcohol, drogadicción…).
Aun así, por desgracia no tenemos manera de alcanzar la seguridad absoluta en ningún ámbito, mucho menos con respecto a nuestra salud. Por eso es tan importante que tan pronto como seas consciente de cualquier indicio compatible con una posible insuficiencia hepática o enfermedad del hígado busques atención médica.
Un diagnóstico precoz (esto sirve para toda clase de patologías) es clave a la hora de orientar un tratamiento para recuperar la salud. Y la mejor noticia es que con pequeños cambios en tus rutinas semanales estás mucho más cerca de prevenir enfermedades como la cirrosis o el hígado graso, y de disfrutar de buena salud hepática.