La hipertensión arterial es la patología más frecuente de las condiciones que afectan la salud de las personas adultas en todas partes del mundo. Por eso queremos hablarte sobre ella y si la padeces, darte unas claves para llevar una corecta alimentación para la hipertensión.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), demostró que los malos hábitos alimentarios desencadenan la hipertensión arterial que es el aumento de la presión arterial de forma crónica con valores iguales o superiores a 140 milímetros de mercurio (mmHg) de presión sistólica y 90 mmHg de presión diastólica. Uno de los factores principales de hipertensión arterial son los hábitos alimentarios, como es el consumo de alimentos con mucha sal, grasa, comidas rápidas… lo cual altera la vida de una persona.
Llevar una alimentación para la hipertensión sana y equilibrada mejora y previene esta enfermedad. Siempre siendo recomendable seguir las pautas de un nutricionista profesional para que la dieta sea personalizada según edad, sexo, peso y rutina diaria. Se considera que una persona tiene hipertensión cuando los mmHg son superiores a 130/80.
Hoy en día la presión arterial se clasifica en 4 categorías distintas:
- Presión arterial normal: 120/80 mm Hg.
- Presión arterial alta: Siendo el valor máximo de 120 a 129 mm Hg, y el valor mínimo por debajo de 80 mm Hg.
- Hipertensión de etapa 1: Donde el valor máximo va de 130 a 139 mm Hg y el valor mínimo entre 80 y 89 mm Hg.
- Hipertensión de etapa 2: Que es cuando el valor máximo es de 140 mm Hg
Según la OMS, se estima que 691 millones de personas padecen hipertensión arterial por malos hábitos alimentarios, derribando a 15 millones de muertes causadas por enfermedades circulatorias, 7.2 millones son enfermedades coronarias y 4.6 millones por enfermedad vascular encefálica, ya que la hipertensión es un factor de riesgo presente en la mayoría de ellas.
Cuando hablamos de hábitos alimentarios, se hace referencia a los comportamientos conscientes, colectivos y repetitivos, que conducen a las personas a seleccionar, consumir y utilizar determinados alimentos o dietas para adelgazar, en respuesta a unas influencias sociales y culturales.
El proceso de adquisición de los hábitos alimentarios comienza en la familia. En los adolescentes, los cambios psicológicos y emocionales pueden influir en la dieta, dando excesiva importancia a la imagen corporal, tiene patrones de consumo diferentes a los habituales: comidas rápidas, picoteo, etc. En cambio, en los adultos y en las personas de edad avanzada los hábitos alimentarios son muy difíciles de cambiar.
Como es evidente, la alta incidencia y prevalencia de hipertensión arterial, está especialmente en la población de adulto medio, es decir entre 40-64 años, siendo tan alta la tasa de afectados, que uno de cada cuatro ciudadanos presenta esta patología.
Un problema que encontramos actualmente es que los pacientes hipertensos creen que al estar medicados la enfermedad está controlada y no les prestan importancia a los buenos hábitos alimenticios, desconociendo los beneficios que tiene una alimentación para la hipertensión reducida en sal, condimentos y grasas para su patología.
Así pues, como nutricionista, quiero destacar la importancia de que se conozca que en la mayoría de los adultos mayores una de las causas de morbilidad es la mala ingesta de consumo de comidas inadecuadas y para evitar estos factores de riesgo debemos concienciar a todas las personas a modificar su estilo de vida y elección de alimentos. De ninguna manera es necesario contar con productos caros, sólo basta aprender a elegir de manera más correcta los alimentos para disminuir el contenido de sodio en muchas de las comidas que se consumen cotidianamente.
Entre los factores de riesgo destacan estrés, alcoholismo, obesidad, tabaquismo, drogas, alimentación, genética, raza y ciertas patologías como diabetes mellitus… algunas de ellas consideradas como factores de riesgo modificables y que pueden ser medidas de prevención y control en su tratamiento.
Así pues, podemos decir que los factores de riesgo modificables que predominan son el consumo de grasas, ausencia del control del índice de masa corporal y de la presión arterial, así como el consumo excesivo de sal y presencia de estrés. Y es que esta más que demostrado, que los cambios en el estilo de vida, así como una conducta sana para la prevención y control de riesgos que son modificables atenúan la prevalencia de la misma.
¿Qué cambios podemos hacer en nuestro estilo de vida para una correcta alimentación para la hipertensión?
1. Mantener una alimentación sana:
Consumiendo carnes que contengan la menor cantidad de grasa posible, cereales integrales y sin azúcar, legumbres como judías, lentejas o garbanzos, y todos los días que haya presencia de verduras, hortalizas y frutas en tu alimentación para la hipertensión.
2. Reducir la sal de los alimentos:
La forma más fácil de reducir la sal en la dieta hipertensión es no añadirla a los alimentos. Los alimentos frescos suelen tener una concentración de sal mucho más baja que los pre elaborados o precocinados, por lo tanto tu alimentación hipertensión debe basarse en alimentos naturales, frescos y de temporada. También se puede sustituir la sal por especias, así adaptar las recetas hipertensión utilizando laurel, nuez moscada, pimienta, salvia, tomillo, ajo, cebolla, orégano o romero para las carnes y curry en polvo, eneldo, mostaza, zumo de limón o pimienta para el pescado.
3. Practica ejercicio de manera constante:
Los beneficios del ejercicio físico en la salud son,en general, consecuencia de las adaptaciones que se producen por la práctica regular de ejercicio físico. Actúan a todos los niveles en el organismo y curiosamente todos son favorables desde el punto de vista de la salud. Por eso, la recomendación es que se practique con regularidad, es decir, todos o casi todos los días de la semana.
4. Elimina los tóxicos:
Suprimir del todo el consumo de alcohol, tabaco y narcóticos ya que tienen efectos negativos para el corazón y la salud en general, aumentando el riesgo de padecer enfermedades cardio respiratorias, hepáticas y varios tipos de cáncer.
5. Control de peso:
Cuidar el peso es muy importante para tu salud. Además de reducir el riesgo de enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, diabetes y presión arterial alta, también ayuda a reducir el riesgo de distintos tipos de cáncer. Actualmente el sobrepeso y obesidad ha incrementado exponencialmente en el mundo, resultando ser un problema grave de salud pública.
Al realizar estos cambios en tu estilo de vida, también notarás mejoras en tu salud general, como por ejemplo reducción del reflujo gastroesofágico, lo cual hace mejorar tu calidad de vida ya que sus síntomas son muy molestos para el día a día.
Por otro lado, al aportar variedad en hidratos de carbono, proteína, grasas, vitaminas y minerales, consigues tener una buena inmunonutrición, mejorando el bienestar y evitando enfermedades menos graves como la gripe, las cuales nos interrumpen con las rutinas del día a día.
Y por último, a esto hay que sumarle, la salud mental, ya que se consigue reducir el estrés, mejorar la calidad del sueño y reducir el riesgo de depresión. Lo cual deriva a reducir los niveles de la tensión arterial, que es nuestro objetivo principal en este artículo.