Una dieta para la ansiedad es efectiva si sigues los pasos que te recomendamos, tienes que saber que una buena dieta siempre da resultados positivos.Ya era una epidemia antes, y desgraciadamente habrá empeorado después. No nos referimos al omnipresente coronavirus, sino a los trastornos de ansiedad y otros problemas de salud mental que esta situación que vivimos ha agravado. Diversos estudios sitúan en un porcentaje cercano al 30% el aumento de personas con trastornos mentales en España.
Estos datos nos hacen ver la importancia de darle atención integral a estos tipos de trastornos. Uno de los aspectos que interviene significativamente en los problemas de ansiedad es la alimentación, y por ello en nuestras dietas para adelgazar nos proponemos, entre otras cosas, introducir alimentos que mitiguen los síntomas de ansiedad.
Para empezar, nos parece importante precisar el significado de los términos empleados. Ya que sentir cierto grado de ansiedad ante desafíos laborales, académicos u otros es algo común, ¿qué es la ansiedad? ¿Cuándo podemos hablar de un trastorno de ansiedad de carácter patológico? Expresado con sencillez, cuando los sentimientos de ansiedad son desproporcionados en relación a la amenaza real que se presenta.
Además, en los trastornos de ansiedad cronificados estos sentimientos se vuelven persistentes y adquieren tal intensidad que interfieren en las actividades cotidianas y pueden desembocar en ataques de pánico.
Estos últimos dos años de pandemia mundial han cronificado aún más esos sentimientos de ansiedad, lo que ha llevado a que muchas personas dejen de sufrir episodios aislados de ansiedad para convertir su problema en un trastorno de ansiedad generalizada.
Por otra parte, el retraso de los tratamientos que recibían las personas con trastornos debido a la situación de urgencia que provocó la pandemia ha agravado la situación de los pacientes. Al mismo tiempo, este prolongado periodo de crisis sanitaria y sus repercusiones económicas y sociales han desembocado en un gran incremento del número de enfermos por trastornos mentales.
Los tratamientos más comunes para los trastornos de ansiedad son la terapia cognitivo conductual y el tratamiento farmacológico. El primero busca desarrollar en el paciente formas diferentes de pensar, actuar y reaccionar frente a todo aquello que le provoca angustia o malestar. De la misma manera se pueden tratar fobias específicas, como la fobia social. El segundo tipo de tratamiento, en cambio, incluye medicación. Este puede darse, por ejemplo, ante episodios de trastorno obsesivo compulsivo. En determinados casos esta medicación consiste también en el suministro de antidepresivos.
Nada podrá sustituir completamente la atención médica por las vías señaladas, ya que a fin de cuentas nos encontramos ante un problema de salud que puede ir a más si no se le proporciona la terapia adecuada. Ahora bien, ¿existe la posibilidad de que un cambio de hábitos produzca efectivos positivos? La respuesta es que rotundamente sí. Una dieta sana, equilibrada y adaptada a las necesidades del individuo influye en el estado de salud de quien la sigue. Salud física y salud mental.
Por ello hoy nos proponemos hacer referencia a algunas de las recomendaciones que comparten los nutriólogos en lo que respecta a seguir una dieta personalizada que incluya alimentos para la ansiedad. El propósito de estos es el de paliar o menguar los síntomas físicos y las consecuencias de los trastornos de ansiedad.
Dieta para la ansiedad genérica
Combatir la ansiedad exige a menudo cambios en los estilos de vida de las personas que sufren cualquier tipo de problemas de salud mental. Obviamente, ninguna dieta alimentaria sanará por completo la ansiedad u otras patologías, especialmente si estas son crónicas, pero sí puede ayudar a paliarlas o a prevenirlas.
Por eso nos parece importante compartir contigo algunas claves que puedes seguir en tu dieta diaria y con los que notarás la diferencia si tiendes a padecer ansiedad.
- Incluye proteínas en el desayuno: Las proteínas te dotan de energía durante las horas de más actividad durante la jornada. A la vez, la glucemia se mantiene en niveles constantes
- Consume hidratos de carbono complejos: Los hidratos de carbono complejos aumentan las dosis de serotonina en el cerebro, lo que produce un efecto tranquilizante. Avena, pan, cereales integrales…
- Bebe frecuentemente agua: La deshidratación repercute en un estado de ánimo negativo y, con el tiempo, puede potenciar todo tipo de trastornos mentales.
- Reduce el consumo de alcohol: Decimos esto principalmente porque el alcohol afecta al sueño y causa irritabilidad.
- Limita la cafeína: La cafeína genera cierta tensión y nerviosismo, que podría acabar desembocando en episodios de pánico o ansiedad.
- Reduce la sal: La sal disminuye las reservas de potasio, mineral que influye en el correcto funcionamiento del sistema nervioso.
- Procura seguir una dieta equilibrada: La ingesta de frutas y verduras, así como de pescados ricos en ácidos grasos Omega 3 (por ejemplo, el salmón), ayuda a quienes experimentan desequilibrios como el trastorno de pánico o el trastorno de ansiedad generalizada.
Una vez conocidas estas claves, queremos hacer referencia también a la importancia de ingerir aquellos grupos de alimentos que contengan los siguientes minerales y elementos:
- Calcio: Lo encontrarás principalmente en productos lácteos y derivados, así como en las hortalizas verdes. Nos parece importante destacar este mineral, porque el déficit de calcio desencadena agitación, insomnio y hasta depresión.
- Ácido linoleico: Hay estudios médicos que relacionan unos bajos niveles de ácido linoleico con la propensión a sufrir ataques de pánico. Encontrarás este elemento en alimentos como las nueces, la soja o algunos pescados, especialmente en el salmón y el atún.
- Magnesio: Es también muy importante que tu organismo cuente con las reservas suficientes de magnesio, ya que su falta puede ocasionar agitación, y en algunos casos también ansiedad y depresión. Para estar suficientemente surtido de magnesio recurre a alimentos como las espinacas, las pipas de calabaza, de girasol, el aguacate… En ese sentido también puede ser recomendable (siempre bajo asesoramiento) tomar complementos nutricionales o suplementos vitamínicos.
Lo cierto es que en lo referente a intentar paliar la ansiedad no solo importa lo que uno come, sino también cómo lo hace. Desde ese punto de vista, aconsejamos:
- Repartir la comida entre varias tomas al día
- Comer despacio y masticar bien
- Utilizar medios de cocinado poco grasos, como la parrilla o la plancha
- Moderar el consumo de fritos
Se trata de favorecer la absorción de nutrientes y de seguir una dieta que asegure que el organismo obtiene lo que necesita. La información de la que disponemos nos dice que la salud física y la salud mental van de la mano. El reto cuando nos encontramos ante casos de ansiedad consiste en proporcionarles tanto a la salud física como a la salud mental una atención integral, en la que la alimentación tiene un papel decisivo.
Decíamos al principio que la ansiedad es una emoción natural, pero en el momento en que traspasa ciertos límites pierde su razón de ser como mecanismo de protección, defensa y adaptabilidad al entorno, y pasa a convertirse en una fuente de angustia permanente.
En cuanto alguien empieza a ser consciente de que puede estar entrando en un proceso ansioso-depresivo, debe buscar ayuda. Que un trastorno psicológico tenga manifestaciones físicas ya deja claro que el cuerpo y la mente se comunican, y que por ello el problema debe tratarse a partir de una concepción integral de la persona. Ningún tratamiento puede prescindir de algo tan determinante para la salud como la alimentación.
No queremos banalizar los problemas de ansiedad diciendo que comer esto o aquello solventará totalmente el problema, menos aún si este se ha cronificado. Pero tampoco podemos – ni debemos – subestimar el valor de una dieta sana y equilibrada.
Nos referimos a una dieta que proporcione los nutrientes, elementos químicos y compuestos que nuestro organismo requiere para el correcto desarrollo de las funciones biológicas. Entre ellas incluimos las del sistema nervioso, uno de los principales responsables de los trastornos de ansiedad.