Hay productos a los que nadie quiere renunciar, pero que a nuestro organismo no le convienen. Lo sabemos nosotros y lo han sabido desde siempre las marcas, y por eso hace ya un tiempo aparecieron los alimentos “light”, una trampa en la que es fácil caer si no contamos con el asesoramiento de expertos que nos pauten lo que sí nos conviene mediante planes de dieta personalizados.
¿Que qué son los alimentos light? Se trata de versiones en apariencia más saludables que el producto original al que imitan, pero que en realidad son simplemente marketing. Un marketing efectivo, eso sí, a juzgar por la cantidad de personas que caen en la “trampa” de los alimentos light.
Porque sí, puede que fijándonos en la información nutricional veamos que el producto que vamos a adquirir tiene una cantidad considerablemente menor de calorías que su versión original. ¿Pero a costa de qué? Lo realmente importante, más allá de conteos numéricos que pueden llegar a traernos problemas si no logramos ser equilibrados, es la calidad de cada caloría que ingerimos. Es a eso a lo que debemos prestar especial atención.
¿A quién se le ocurriría comparar 100 kcal de lechuga con 100 kcal de patatas fritas? Y no hablamos solo a nivel de saciedad, sino sobre todo de nutrientes. Las calorías podrían asemejarse a la gasolina que le damos a nuestro cuerpo para que funcione correctamente a nivel físico, mental y también emocional. Por eso es tan importante huir de productos procesados y de toda clase de grasas saturadas, y apostar por una dieta para adelgazar saludable a base de alimentos reales, tanto de origen vegetal como de origen animal. Mantener unos hábitos alimentarios saludables nos garantiza mejorar nuestra calidad de vida.
¿Por qué tienen éxito los alimentos light?
Porque son una respuesta fácil a nuestras intenciones. Esa es la respuesta corta. Lo que queremos decir es que las empresas de alimentación son perfectamente conscientes de que todos buscamos cuidarnos, vernos mejor, perder peso… pero también de que contamos con poco tiempo, poca fuerza de voluntad y, muchas veces, excusas. Los alimentos light son una forma de hacernos creer a nosotros mismos que lo estamos haciendo bien, o al menos mejor, sin necesidad de llevar a cabo un gran cambio de hábitos.
Además, los alimentos light nos evitan tener que renunciar a aquellos productos que tanto nos gustan, haciéndonos pensar que esta versión sí es saludable. Y sí, puede que los alimentos light engorden menos que su versión original, pero su menor cantidad de calorías en ningún caso los convierte en productos saludables. Lo único que ha cambiado es que se han reducido los azúcares o las grasas, o ambas.
¿Y de qué manera consiguen, entonces, sabernos casi igual que el producto original? Aquí viene el truco. O el engaño, según cómo lo mires. En la fabricación de estos productos se añaden otros ingredientes que sustituyen a los azúcares y las grasas eliminadas. El problema es que estos ingredientes no tienen por qué ser más saludables que los sustituidos. De hecho, muchas veces no lo son.
¿Cómo nos engañan los alimentos light?
Para empezar, los alimentos light nos engañan por la estrategia de marketing y comunicación que hay a su alrededor. El packaging, las imágenes, las palabras, los etiquetados… todo va encaminado a hacernos creer que esa opción es perfectamente sana y que puede (y debe) formar parte de una dieta saludable. También debemos hacer referencia a la apelación a la mujer que hay en la mayor parte de este tipo de productos utilizando de forma y el color rosa.
Otro de los principales engaños viene dado por el hecho de que el componente que casi siempre se elimina en estos productos son las grasas, un término que nos asusta mucho, pero que solo debería asustarnos dependiendo del tipo y la calidad de esas grasas. Nos referimos a que no todas las grasas son el problema, y una dieta donde estas se eliminen completamente no es ni mucho menos la mejor opción.
Eso se debe a que al pretender huir de las grasas huimos también de las grasas buenas, las responsables de mantener el colesterol a raya, entre otras cosas. Además, un nivel equilibrado de grasas en nuestra dieta está indicado también a la hora de perder peso. Como ves, los alimentos light tampoco nos están ayudando nada en eso.
Este error ocasionado por el engaño implícito y explícito al que somos sometidos es solo el primero de una larga lista que podríamos enumerar. Pero lo cierto es que no toda la responsabilidad es ajena, ya que muchas veces somos nosotros mismos los que nos engañamos.
Lo hacemos, principalmente, no queriendo ver la relación entre mala alimentación y mala salud. Esto se debe a que, en la mayor parte de los casos, las consecuencias negativas de una alimentación poco saludable no son inmediatas. A veces, tardan años en aparecer, cuando ya es tarde para ponerle remedio.
¿Por qué alimentos sustituir los alimentos light?
Una vez tenemos claro que alimentos light no es sinónimo de alimentos saludables, debemos ponernos manos a la obra en la tarea de buscar por qué alimentos sustituirlos. El primer paso siempre es descartar al máximo posible los alimentos procesados. Cuando ya has vaciado tu despensa y tu nevera de ellos, debes aumentar el consumo de alimentos reales: alimentos ricos en nutrientes, especialmente nutrientes esenciales, que sean verdadera gasolina para el correcto funcionamiento de nuestro organismo.
Nos referimos a productos frescos (verduras y hortalizas, carne, pescado…). También a aquellos con hidratos de carbono complejos, que se encuentran además en las legumbres, las harinas y los cereales integrales o los frutos secos.
¿Y qué hay de las vitaminas y minerales que nuestro cuerpo necesita? Es esencial que nuestro plan de alimentación incluya aquellos alimentos que aúnen una variedad de todos ellos, con tal de poder cumplir los requerimientos mínimos diarios. Verás que es más fácil de lo que crees, porque cada alimento “real” contiene una gran combinación de ellos.
Otra de las grandes trampas de los alimentos light es que inocentemente creemos que por su menor contenido en grasas podemos comer una mayor cantidad que la que comeríamos de su versión original, cuando tanto las calorías como los ingredientes que estamos metiendo en nuestro cuerpo pueden engordarnos y, sobre todo, perjudicarnos, lo mismo o más que el producto base.
A diferencia de ese tipo de grasas, hay unas que sí podemos incorporar en nuestra dieta sin limitaciones. Hablamos de las grasas insaturadas, muy alabadas por tener un gran papel como coadyuvantes en el control del colesterol malo, aumentando los niveles en sangre del bueno. ¿Qué alimentos contienen ese tipo de grasas? Los frutos secos, el aguacate, el aceite de oliva, el atún…
De todos modos, y pese a todas las recomendaciones que podamos compartir contigo y que puedas encontrar en diversas plataformas, lo más importante es que orientemos nuestra alimentación en función de nuestras necesidades nutricionales. Estas varían no solo en base a nuestro género, nuestra edad, nuestra constitución y nuestros antecedentes genéticos, sino que también dependen de otros inputs que solo un experto puede analizar correctamente.
Precisamente por eso es esencial que dejemos de intentar ser nuestros propios nutricionistas recurriendo a lo que nos incitan las grandes empresas con sus alimentos light, y busquemos a profesionales que nos diseñen un plan de dieta personalizado.
Una alimentación saludable nunca va sola, sino que debe ir de la mano de actividad física regular. Establecer unos hábitos saludables, tanto en cuanto a la alimentación como al ejercicio, te permitirá ofrecer tu mejor versión en cada etapa de la vida, alejando de ti las enfermedades y el deterioro cognitivo. Cuidar tu cuerpo y cuidar tu mente, esa sí es la mejor estrategia light.