Si después de comer has experimentado síntomas como dolor de estómago, fatiga, cefalea, náuseas o gases, y simplemente los asocias a circunstancias cotidianas; debes saber que podrías estar enfrentando una intolerancia alimentaria. Descuida, es un tipo de reacción que aprenderás a manejar con la ayuda de profesionales en el tema, los cuales deben valerse de los resultados de las pruebas de intolerancia alimentaria para determinar cuáles son los alimentos que desencadenan los síntomas y así desarrollar un planes de dietas para adelgazar conforme a tus necesidades y requerimientos. Ahora bien, es muy probable que hayas oído hablar de este tipo de pruebas, ¿pero sabes si realmente son lo que prometen? Empecemos por el principio:
¿Qué es una intolerancia alimentaria?
Para que tengas una idea más clara, la intolerancia alimentaria se describe como una reacción o respuesta no tóxica del organismo que involucra molestias digestivas relacionadas con la ingesta de algún alimento o a sus componentes. Es necesario hacer énfasis en que la intolerancia alimentaria no afecta a todos por igual, ya que depende del nivel de predisposición de cada individuo para metabolizar y/o digerir un determinado compuesto.
Es una enfermedad de menor gravedad que la alergia alimentaria, ya que no involucra al sistema inmunitario, y suele limitarse a problemas digestivos. Las causas suelen ser:
- Síndrome de intestino irritable.
- Sensibilidad a aditivos o compuestos específicos en los alimentos
- Los picos de estrés
- La celiaquía
- Déficit enzimático para metabolizar los alimentos
La intolerancia al gluten y a la lactosa son las más comunes. La primera se produce cuando existen niveles bajos de la enzima lactasa en el intestino delgado, la cual es responsable de convertir la lactosa de los alimentos en glucosa y galactosa, dos tipos de azúcares simples o monosacáridos que el cuerpo utiliza como fuente de energía.
Ahora bien, la escasez de lactasa reduce el procesamiento y absorción de la lactosa de los alimentos, por lo que pasa directo al colon y al combinarse con las bacterias de la flora intestinal desencadenan una serie de síntomas molestos y desagradables como cólicos estomacales, náuseas, diarrea, gases, entre otros.
Ahora bien, existe cierto debate en relación de la intolerancia alimentaria y la enfermedad celíaca, y es ha determinado que esta última es causada por la intolerancia permanente al gluten, una proteína que forma parte del trigo, la cebada y el centeno, por lo que muchos la consideran otro tipo de intolerancia alimentaria.
Sin embargo, la medicina se ha empeñado en desentrañar el desarrollo de esta patología y hoy en día se clasifica como una enfermedad sistémica de tipo autoinmune que padecen personas que tienen una propensión hereditaria a la misma.
En estos casos, el mismo sistema inmune ofrece una respuesta anormal de cara a la presencia del gluten lo que desencadena una oleada de anticuerpos que atacan a cualquier órgano. Por tanto, la intolerancia al gluten va más allá de una intolerancia alimentaria o alergia.
¿Qué es una alergia alimentaria y en qué se diferencia de la intolerancia alimentaria?
Una alergia alimentaria tiene lugar cuando se produce una reacción adversa tras ingerir un alimento. El cuerpo reacciona negativamente y con síntomas que pueden ser desde algo molestos hasta graves. De hecho, hasta una pequeña cantidad del alimento en cuestión puede ser el detonante.
Los síntomas de una alergia alimentaria más comunes son dificultad para respirar, diarrea, vómitos, adormecimiento de garganta, lengua y labios o de todo el rostro, urticaria, eccema, hinchazón de alguna parte del cuerpo, desmayos…
Si la respuesta inmunológica está mediada por la Inmunoglobulina E (IgE), se habla de una hipersensibilidad alimentaria Tipo I; si no está mediada por dicha inmunoglobulina, da paso a patologías como la dermatitis herpetiforme o la enterocolitis, por ejemplo.
Fíjate en las 3 diferencias claves para que tengas un panorama más claro entre la intolerancia y la alergia alimentaria:
- Los síntomas digestivos de ambas pueden ser similares; no obstante, las personas que presenten alergia alimentaria también pueden padecer de edema de glotis, urticaria o hinchazón de boca y labios.
- Las alergias alimentarias desencadenan una respuesta del sistema inmunológico en contra del compuesto o alimento; mientras que en la intolerancia la persona presenta un déficit para metabolizar y absorber dicho alimento.
- Los síntomas de las alergias alimentarias aparecen relativamente rápido, aproximadamente media hora después de la ingesta. A diferencia de la intolerancia a los alimentos cuyos síntomas pueden aparecer a las horas, incluso días, dependiendo del tipo de alimento y del déficit enzimático de la persona para metabolizar el compuesto en concreto.
Las pruebas de intolerancia alimentaria
Ahora que conoces las diferencias entre las enfermedades más comunes vinculadas a los alimentos con gluten o lactosa, es momento de hablar de los estudios que conllevan a su diagnóstico. Hoy en día existen muchas pruebas de intolerancia alimentaria que se hacen tanto en farmacias como en laboratorios clínicos.
Por si no lo sabes, las pruebas, o tests de intolerancia alimentaria caseros, no tienen ninguna base científica y no forman parte de los estándares del tratamiento médico en la actualidad. Por tanto, por muy bien que lo pinten las empresas que se dediquen a ello, poco pueden ayudarte a descubrir si tienes o no alguna intolerancia.
Lo más probable es que te den un listado de intolerancias que, si te lo crees, te haga eliminar drásticamente los alimentos correspondientes de tu dieta. Lógicamente, si no es cierto que padeces dichas intolerancias, estarás eliminando de tu dieta alimentos esenciales para mantener una alimentación sana y equilibrada.
Entre las pruebas de intolerancia alimentaria más comunes, se encuentran:
Test IgG de sensibilidad alimentaria
Para su procesamiento, es necesario extraer una muestra de sangre con la intención de determinar la presencia de la IgG específicas frente a un determinado alimento. Su costo va a depender de la cantidad de alimentos a analizar y por lo general la lista incluye entre 100 a 200 componentes.
En la actualidad, existe cierta controversia con este tipo de test de intolerancia alimentaria, al punto de que la comunidad médica no aprueba su uso. Incluso, expertos en nutrición e inmunología coinciden en que los anticuerpos IgG no determinan ninguna intolerancia, sino todo lo contrario. Actúan como anticuerpos de memoria que revelan la tolerancia de la persona hacia los compuestos o alimentos a los cuales se ha expuesto por tiempo prolongado. A pesar de que los pros y los contras sobre estas pruebas continúa, muchos especialistas apuestan por otro tipo de métodos.
Test genéticos
El test genético se ha convertido en el análisis más certero y confiable de cara al diagnóstico de la intolerancia alimentaria. Con esta prueba se busca determinar cuáles son esas variaciones a nivel de los genes que dan paso a la predisposición de este tipo de patologías, por eso resultan más específicas y precisas a la hora de emitir un diagnóstico.
En el caso de la intolerancia a la lactosa, las evidencias científicas demuestran que ciertas variaciones en el gen MCM6, podrían estar vinculadas con el déficit de lactasa. Por su parte, en la celiaquía, el estudio genético a nivel de los haplotipos HLA-DQ2 y HLA-DQ8, resulta un método valioso para el diagnóstico.
Si lo que buscas es un diagnóstico y tratamiento certero, debes apostar por la prueba o el método que te llevará a conclusiones precisas. También es necesario indagar en otros parámetros según los antecedentes de tu evaluación clínica e integrar más estudios sanguíneos que puedan complementar el diagnóstico definitivo y que contribuyan al monitoreo del tipo de intolerancia alimentaria.
No olvides que cada organismo es diferente, y no es adecuado hacerte un autodiagnóstico en función del padecimiento de otra persona. Por eso, desde Corporis Sanum te recomendamos que si crees que padeces alguna intolerancia alimentaria, lo mejor será acudir directamente a un profesional sanitario, el cuál pondrá a tu disposición los recursos médicos necesarios para un correcto diagnóstico. Esta acción te permitirá ahorrar tiempo y dinero, al mismo tiempo que apuestas por un tratamiento oportuno conforme a tus necesidades específicas.