sentirse bien

“Sé el cambio que quieras ver”. Lo habrás oído mil veces. En pocas palabras, esta frase tan repetida viene a decir que sentirse bien no es un logro que alcanzaremos creando condiciones ideales a nuestro alrededor, sino construyéndolas desde nuestro interior. El bienestar es un concepto abstracto que depende de sensaciones totalmente subjetivas (comodidad, calma, seguridad, ausencia de dolor…). Resulta obvio que difícilmente alguien que está sufriendo por su estado de salud o por cuestiones materiales podrá sentirse bien. El malestar físico, fruto de carencias o dolencias, suele inhibir cualquier percepción de bienestar. De ahí que una buena alimentación se convierta en fundamental. Para ello conviene recurrir a nutricionistas expertos, para que nos orienten y nos fijen un plan de dieta personalizado.

Una mejora en nuestros hábitos alimentarios contribuirá – en ocasiones de manera decisiva – a sentirse bien, lo que a su vez nos devolverá la capacidad de ver las cosas desde una perspectiva más favorable. Si nos cuidamos desde dentro notaremos también un cambio en lo que pase hacia fuera. Esto es cierto a diferentes niveles, y a continuación vamos a hablar de ellos.

Bienestar físico

Mente y cuerpo caminan juntos. Una dieta saludable se hace imprescindible si también buscamos alcanzar un nivel emocional equilibrado. Ambos interactúan. Comer es un placer, eso está claro, ¿pero no es verdad que a veces también puede ser fuente de molestias? Problemas de tránsito intestinal, dolencias estomacales… ¿Puedes hacer algo ante eso? Por supuesto. 

Aquí van algunas sugerencias: 

  • Sigue con ayuda de nutricionistas un plan de dieta para adelgazar saludable que te suministre el aporte de vitaminas y minerales que necesites en función de tus posibles carencias
  • Evita alimentos grasos, los responsables de las digestiones pesadas 
  • Inclínate por cocciones que irriten menos el estómago (comida hervida, al vapor, al horno…) o al menos altérnalas. 
  • Cena entre dos y tres horas antes de acostarte. 
  • Haz varias comidas al día, pero cada una de ellas más ligera a fin de facilitar la digestión. Cuida especialmente las últimas comidas del día para que no tengas problemas de descanso.
  • Procura comer más despacio y masticar bien los alimentos. 

Suma a estos consejos la realización de actividad física moderada pero regular. Haz ejercicio. El sedentarismo perjudica seriamente la salud. Y una última recomendación en el campo del bienestar físico que también repercutirá en tu bienestar mental y emocional: Tan importante como comer bien es descansar. Las rutinas de sueño influyen en nuestro estado de ánimo y capacidad física. Imponte unas horas mínimas de descanso reparador, evitando interferencias, como las provocadas por los ruidos o las del teléfono móvil.

No hemos de resignarnos a encontrarnos mal. Lo lógico es sentirse bien. El agotamiento persistente o el dolor permanente  – aunque sea leve – es una advertencia que nos lanza el organismo, una forma de llamar nuestra atención. Si esta situación se prolonga durante tiempo, no dudes en buscar ayuda profesional

Bienestar mental

Aceptarse, tener relaciones personales positivas y un propósito en la vida son, según especialistas en salud mental, tres de los factores determinantes del bienestar psicológico. 

Eso vuelve a demostrar que no es el entorno el que hace a alguien sentirse bien, sino un trabajo introspectivo de conocimiento propio. Este nos ayudará a modificarlo o a adaptarnos a él. No tiene sentido negar que los problemas que afrontamos dificultan el objetivo de sentirnos a gusto con nosotros mismos, pero tampoco podemos excusarnos en las circunstancias externas para evitar salir de nuestra zona de confort

¿Cuál dirías que es el principal obstáculo para la felicidad, lo que nos pasa o la manera en la que vivimos lo que nos pasa? ¿Acaso sirve de algo seguir inquiestos, frustrados o angustiados? ¿No es mejor hacer algo al respecto, aunque eso suponga ponernos frente al espejo y obligarnos a cambiar una parte de nosotros mismos o de nuestras vidas? 

No, no es romper con todo lo que proponemos. Ni mucho menos. La rutina proporciona seguridad, lo que conocemos como “zona de confort”, y eso está bien, pero el exceso de monotonía puede hacer brotar una sensación de desengaño. Para acabar con ella planifica actividades ilusionantes, como un viaje, una afición, más tiempo con tus amigos… Reorganiza tus tareas para que las obligaciones del día a día no se lleven todo tu tiempo. De lo contrario, te será muy complicado deshacerte del estrés y la fatiga mental.

Una vez recuperes ese tiempo tan preciado verás cómo cabe todo, incluida la alimentación y los hábitos de vida saludables: come bien, haz ejercicio, descansa. Porque sí, estos hábitos no solo están directamente relacionados con el bienestar físico, también con el bienestar mental… y con algo más. Sí, también con el bienestar emocional. Si nuestro cuerpo está bien, nuestra mente trabajará mejor. Pensaremos con mayor claridad y de manera más positiva acerca de nosotros y de nuestras circunstancias. Y, por eso, sentirse bien a nivel mental desembocará en sentirse bien a nivel emocional.

Bienestar emocional

Si cuerpo y mente van de la mano, mente y emociones también. Las emociones están íntimamente ligadas a los pensamientos. Aprendiendo a gestionar estos pensamientos seremos capaces de controlar en gran medida nuestras emociones. Naturalmente en nuestras vidas habrá alegría y tristeza, calma y ansiedad. No podemos ni debemos evitarlas, pero si aprendemos a gestionar nuestras emociones no estaremos perpetuamente instalados en el malestar que generan las emociones negativas.

Si nos valemos de las herramientas que nos dan los psicólogos y otros expertos de la salud mental es posible ir adquiriendo la costumbre de mantener a raya esos pensamientos productores de emociones negativas, y que en tantas ocasiones son los que impiden sentirse bien. 

Por otra parte, la ciencia confirma la conexión entre nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestras emociones. Está probado que la exposición a la luz del sol aumenta los niveles de vitamina D, que a su vez está directamente relacionada con la disminución de las emociones negativas. Habrás oído aquello de la alegría de quienes viven en países con más horas de sol. No es un mito. El contacto con la naturaleza mejora nuestro estado de ánimo. Ciertas actividades artísticas, como la música o la pintura, incrementan los niveles de dopamina en el cerebro, provocándonos sensaciones placenteras y haciendo que sentirse bien sea casi inevitable. 

Si hay algo que mejora aún más nuestro estado de ánimo, que nos hace sentir mejores, es estar cerca de la personas a quienes queremos. Hacer algo por ellas, incluso por extraños. Hace ya mucho que la psicología descubrió que ayudar a los demás tiene un efecto altamente positivo en nuestro bienestar emocional. Dedícate a prestar atención a las necesidades de aquellos con quienes te cruces. Empatiza, pero no solo para lamentar el dolor que sienten, sino para aliviarlo si está en tu mano hacerlo.

Sentirse bien es algo que se consigue a partir de una combinación de los tres aspectos comentados. El bienestar físico, el bienestar mental y el bienestar emocional no son compartimentos independientes. Se trata de realidades entrelazadas. A veces creemos que nos sentiremos bien en cuanto obtengamos el ascenso social que esperamos, el trabajo con el que soñamos, el reconocimiento que deseamos, el cariño que merecemos… es decir, en cuanto las cosas sean diferentes a como son ahora. Sin embargo, el camino puede ser el inverso.

No esperes y empieza a cuidar tu alimentación y tus hábitos asesorada por profesionales, haz lo mismo con tus pensamientos y emociones y verás cómo sentirse bien no tiene nada de utopía y lo tiene todo de realidad. 

sentirse bien
Estudié Nutrición Humana y Dietética en la Universidad de Alicante y Ciencia y Tecnología de los Alimentos en la UPV. A lo largo de los años me he dado cuenta que ayudar a las personas a mejorar sus hábitos alimentarios y su día a día es lo que más me gusta de este trabajo, lo que me motiva a seguir con fuerza cada día.